MALVINAS 2000 - Capitulo II - Página 017

Buscábamos muy especialmente en la gran pared de unos cincuenta metros, próxima donde había encontrado el objeto. Peter tenía el convencimiento de que éste hubiera quedado allí, sobre ese murallón Sur del cráter, donde el meteorito se elevó por segunda vez, y luego, por la acción del tiempo, cayera al médano donde lo encontré.

Realmente no pudimos descubrir nada similar al huevo, pero sí aprovechamos para levantar más muestras de pequeñas piedras. Algunas, muy herrumbradas y porosas, se asemejaban a lava volcánica con hierro. Con imanes recogimos gran cantidad de minúsculas partículas de este mineral.

Luego nos comentaría Peter la oportunidad única que estos cráteres brindan a la ciencia, permitiéndole investigar fenómenos de partición de energía relacionados con impactos espectaculares a bajo ángulo, y estudiar las complejas interacciones entre proyectil, atmósfera y blanco; sólo observadas hasta el presente en laboratorios o registradas en otros planetas.

Al caer la tarde y ya con poca luz solar, emprendimos el regreso a Río IV. Casi no hablamos en el viaje; creo todos estábamos pensativos y exhaustos.

Durante la cena y después de ella, entablamos larga charla con Peter, quien nos volvió a confesar que desde su primer contacto con estos cráteres, siempre tuvo la sensación de algo extremadamente raro, más allá aún de la matemática improbabilidad de un impacto de esta naturaleza, y que ahora los hechos le dan toda la razón. ¿Habría percibido en aquél entonces algún tipo de mensaje? Es probable nunca lo sabremos.

La excitación de Peter era indescriptible, creo la nuestra también, estaba seguro de que se hubiera descubierto el primer ingenio que nos enviara otro mundo, lo que corroboraría plenamente la existencia de otras civilizaciones en el espacio. Pruebas contundentes como ésta no existen hasta ahora, nos dijo.

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