MALVINAS 2000 - Capitulo II - Página 012

No podía precisar si realmente era lo que llamamos metal, pues en principio parecía serlo, pero por sus diferentes características no entraba exactamente en esa clasificación. Era más duro que el diamante o cualquier otro compuesto conocido, y mucho más liviano. Raspándolo, no pudo extraer muestras. Fue imposible penetrarlo, ni con mechas ni con sierras especiales.

En el complejo programa de su computadora, una vez ingresado todos los datos, no pudo encontrar similitudes, a pesar de que contenía gran profusión de historial y estadísticas.

Peter nos reconoció que él también experimentaba desde hacía varias horas, ese tipo de quietud interior placentera, pero en menor escala, no obstante la percibía en forma bastante definida, pero lejana.

Reflexionando, nos dijo que desde que se enteró de la existencia de los cráteres, por la comunicación que le hizo su descubridor, el Capitán de la Fuerza Aérea Argentina Rubén Lianza, reafirmado luego por sus investigaciones "in situ" y otros científicos argentinos, siempre pensó en algo totalmente atípico en este fenómeno.

Pues según sus cálculos, el meteoroide ingresó a la atmósfera terrestre en un ángulo de menos de diez grados, tal vez cinco grados, lo que implica algo extremadamente raro, que sólo se puede dar una vez cada tres millones de años o algo así, por la forma tan oblicua de ingresar y su magnitud.

Tan es así, que él nos había comentado oportunamente que en La Valentina teníamos a la única vaca azul de toda la Tierra, y que encima vuela.

Siguió comentando que los cráteres son de morfología aproximadamente elíptica, elongados con relación aproximada largo:ancho de cuatro a uno; y que no fueron descubiertos antes porque esas depresiones se atribuían a la acción eólica, e interpretadas como cubetas de deflación comparables a otras existentes en la llanura pampeana.

Pero el patrón no común, y la extraordinaria similitud con impactos producidos por proyectiles de incidencia oblicua, experimentados en laboratorio y el campo de tiro de La Cruz, donde practicaba el Capitán Lianza, condujeron a recurrir al análisis mineralógico-petrográfico de muestras representativas recolectadas en los cráteres.

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